Monitorizar la oxigenación cerebral puede mejorar la comprensión de la disfunción cerebral después de una lesión cerebral aguda (LCA). De hecho, la LCA conduce a una cascada de eventos que dan como resultado una alteración del metabolismo cerebral, una reducción del suministro de oxígeno y un aumento del consumo de oxígeno, lo que agrava aún más la gravedad del daño inicial y se convierte en un determinante significativo de peores resultados en este entorno. Aunque la piedra angular de la terapia médica en pacientes con LCA es la monitorización de la presión intracraneal (PIC), la implementación de la monitorización del oxígeno cerebral ha cobrado interés recientemente, ya que la hipoxia cerebral puede ocurrir incluso en ausencia de hipertensión intracraneal, y las estrategias para controlar la PIC no siempre garantizan un suministro óptimo de oxígeno. Por lo tanto, los algoritmos clínicos recientes han buscado incorporar objetivos y algoritmos terapéuticos basados tanto en la PIC como en el oxígeno cerebral en el manejo de pacientes con LCA , lo que sugiere la posibilidad de un enfoque individualizado para minimizar la ocurrencia de eventos cerebrales hipóxicos secundarios, especialmente en pacientes con lesión cerebral traumática (LCT),
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